El Cazador de sabores poblanos

*Durante 120 años, desde antes de la Revolución, el restaurante el Antiguo Cazador ha deleitado a miles con el mole, pipián y los gloriosos Chiles en Nogada

Jaime Carrera

Puebla, Pue.- Han pasado 120 años desde que la casona ubicada en la 3 poniente número 147 abrió sus puertas como restaurante: El Cazador, el Antiguo Cazador. Hablar de este establecimiento conlleva remontarse a una década antes de la Revolución Mexicana, en medio de una transformación del país bajo el mando del entonces general Porfirio Díaz.

Mientras ese mismo año en la Ciudad de México era inaugurada la primera ruta de tranvías eléctricos, en Puebla un hombre, Marcelo Ortiz, comenzaba su propio legado, que se mantiene vigente y que hoy ubica al Antiguo Cazador como un estandarte del sector restaurantero nacional y del que familias enteras han podido disfrutar al degustar un típico platillo poblano.

Cuando se ingresa al Antiguo Cazador pareciera que el tiempo se detiene con esa atmósfera tan acogedora que tanto añoran aquellos poblanos que dejaron esta tierra y que extrañan los tiempos en los que sus abuelos o padres los llevaron a desayunar o comer allí: un mole, un pipián y los gloriosos Chiles en Nogada que año con año se preparan en el lugar.

En lo que hoy es la 3 poniente allá a finales de 1890 ya existían puestos de antojitos mexicanos: “Las Choles” y “El Charro”, los cuales junto con El Antiguo Cazador conformaron los inicios del crecimiento restaurantero y gastronómico de la Ciudad de los Ángeles, hoy de esos tres lugares el único que se mantiene y el más antiguo de Puebla es el del número 147.

Caminar por el lugar incluye un recorrido por la historia de Puebla con fotos antiguas que enmarcan el proceso longevo que tuvo que pasar para que El Antiguo Cazador sea lo que es en la actualidad; un punto de reunión, convivencia familiar, pláticas de café, reencuentros y charlas interminables, todo, acompañado por recuerdos y un característico sazón.

El negocio inicial era tan sólo una parte de la casona que fungió como vecindad y era propiedad del español Celestino Herrera, quien en 1985 vendió todo el inmueble al señor Fausto Sainz (QEPD); esposo de María Magdalena Ortiz García, hija de Carlota García y Ricardo Ortiz, este hijo del legendario Marcelo y su esposa María Morales que comenzaron la historia de El Cazador.

“En el 1900, mi bisabuelo adquiere este negocio comprándolo a unos chinos que establecieron algunos restaurantes, así que él lo compra y le pone el nombre de El Cazador, y es mi padre que se casó con mi madre, quien continuó con el legado tras lograr juntar dinero y hacer tratos con el dueño de todo el inmueble”, narra el bisnieto de Marcelo, Fausto Sainz.

El legado que comenzó don Marcelo en 1900 hoy lo preservan sus descendientes, quienes se han encargado de que la gente al salir sólo piense en una cosa: regresar. Y así ha sido, de generación en generación, los abuelos trajeron a sus hijos y ellos a su vez a los suyos, en largas cadenas de visitas familiares que forman parte de la trayectoria del establecimiento.

En el mismo lugar en el corazón del Centro Histórico se mantiene el legendario restaurante poblano por excelencia y allí seguirá uno o dos siglos más, o los que sean necesarios para que el legado que comenzó a forjar un matrimonio en 1900 sume más años a su historia, pero sobre todo, más historias y más recuerdos escondidos en cada rincón, en cada mesa o pasillo.

 

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